Introduccion a la doctrina peronista
Juan Domingo Perón, quien vio la luz por primera vez en 1895, emergió como una figura política y militar central en la Argentina del siglo XX. Su protagonismo y liderazgo en la escena política y militar de la nación le permitieron plasmar una huella indeleble en la dirección que tomó Argentina durante esos años decisivos. Durante sus tres períodos presidenciales (1946-1952, 1952-1955, 1973-1974), Perón no solo ocupó el cargo más alto de la nación, sino que también implantó una serie de reformas socioeconómicas. Estas reformas, más allá de su carácter político, buscaban la elevación de los derechos laborales, la promoción del bienestar social generalizado y la firme autodeterminación económica de Argentina.
El legado de Perón dio origen al peronismo, una corriente política y social que trascendió los confines de la política para impregnar distintos ámbitos de la sociedad argentina. Desde el arte hasta las ciencias y, como se explorará en esta obra, el mundo corporativo no quedó exento de su influencia. El peronismo, en su núcleo más fundamental, aspira a alcanzar una justicia social equitativa, una independencia económica sólida y una soberanía política inquebrantable, todo ello cohesionado y articulado bajo el concepto del justicialismo.
El término “justicialismo” se convirtió en el estandarte ideológico de la Doctrina Peronista. Surgiendo de la conjunción de las palabras “justicia” y “socialismo”, el justicialismo se posicionó como una tercera vía, alejada de las dualidades de la Guerra Fría entre capitalismo y comunismo. A través de esta ideología, Perón pretendía establecer un equilibrio entre la justicia social y la libertad individual, evitando así la explotación del hombre por el hombre y fomentando la armonía en la comunidad.
Sin embargo, para comprender la influencia del peronismo en el emprendedurismo, es vital entender la sociedad argentina pre-peronista. Antes de la llegada de Perón al poder, Argentina era eminentemente agroexportadora, con una estructura socioeconómica dominada por una élite terrateniente. La industrialización estaba en pañales, y gran parte de la población urbana estaba desprotegida en términos laborales y sociales.
Perón, con su visión progresista, impulsó la industrialización y brindó a los trabajadores un papel central en la economía y la política del país. Creó sindicatos poderosos, instauró leyes laborales que protegían al trabajador y promovió una distribución más equitativa de la riqueza.
Pero lo realmente destacable de Perón era su capacidad de liderar y conectar con la gente, especialmente con las clases trabajadoras y desfavorecidas. Su carisma y capacidad de oratoria, combinados con la figura carismática de Eva Perón, su esposa y ferviente colaboradora, convirtieron al peronismo en una fuerza irresistible para muchos argentinos. “Los descamisados”, como se les llamaba a los seguidores más fervientes de Perón, veían en él a un líder que genuinamente buscaba su bienestar, y en Eva, a una figura materna y protectora.
Eva Perón, o “Evita” como la llamaba el pueblo, jugó un papel crucial en la consolidación del peronismo. A través de la Fundación Eva Perón, promovió programas sociales, educativos y de salud para los más necesitados. Su conexión emocional con las masas, en especial con las mujeres y los niños, complementaba el mensaje político y social de su esposo, dotándolo de un componente humano y empático.
Uno podría estar tentado de descartar rápidamente a una figura tan divisoria en la historia argentina. Sin embargo, hacerlo sería ignorar la profunda influencia que el peronismo ha tenido en todos los aspectos de la vida argentina. Si bien es cierto que no todos apoyaron sus medidas y que su legado ha sido objeto de intensos debates y revisionismos, es innegable el impacto que tuvo en la transformación social, económica y política del país.
La doctrina peronista, en muchos aspectos, es una confluencia de teorías y prácticas que Perón absorbió durante sus años de formación y experiencias, tanto en Argentina como en Europa. En ese sentido, el peronismo no es meramente un conjunto de ideas, sino más bien una adaptación y evolución constante que se alimenta de la realidad argentina.
A medida que la doctrina peronista se consolidaba, Perón formuló un conjunto de principios conocidos como “Las 20 Verdades Peronistas”. Estas verdades sirvieron como pilares fundamentales para la ideología y política justicialista, articulando no solo su visión de justicia social, sino también su entendimiento sobre la estructura política y el papel del individuo en la sociedad.
Las 20 Verdades, en su esencia, destacan la importancia del bienestar colectivo, el papel central del trabajador en la sociedad, la necesidad de una organización social y política cohesionada, y la importancia de un liderazgo fuerte y visionario. Las 20 Verdades son:
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La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
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El peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular y, por lo tanto, no peronista.
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El peronista trabaja para el Movimiento. El que, en su nombre, sirve a un círculo o a un caudillo, lo es solo de nombre.
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No existe para el peronismo más que una sola clase de personas: los que trabajan.
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En la nueva Argentina de Perón, el trabajo es un derecho que crea la dignidad del Hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume.
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Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista. En 1973, Perón sostuvo que esta “verdad” debía ser reformulada por la siguiente: “Para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”.
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Ningún peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca.
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En la acción política, la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la patria, después el Movimiento y luego los hombres.
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La política no es para nosotros un fin, sino solo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.
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Los dos brazos del peronismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos, damos al pueblo un abrazo de justicia y amor.
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El peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires.
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En la nueva Argentina, los únicos privilegiados son los niños.
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Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso, el peronismo tiene una doctrina política, económica y social: el justicialismo.
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El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista.
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Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad.
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Como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
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Como doctrina social, el justicialismo realiza la justicia social, que da a cada persona su derecho en función social.
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Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
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Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libre.
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En esta tierra, lo mejor que tenemos es el pueblo.
Para cualquier emprendedor argentino o, de hecho, para cualquier individuo que busque entender los principios básicos del emprendedurismo desde una perspectiva justicialista, es esencial familiarizarse con estas verdades. Ellas no solo proporcionan un marco para comprender el tejido social y económico de Argentina, sino que también ofrecen lecciones valiosas sobre cómo construir y dirigir organizaciones en un contexto donde el bienestar colectivo y la justicia social son prioritarios.
Sin embargo, ¿cómo se traducen estas verdades en el mundo empresarial y emprendedor? ¿Cómo pueden los principios del justicialismo informar y guiar a los emprendedores modernos, ya sea en Argentina o en cualquier otra parte del mundo? Estas son algunas de las preguntas que buscaremos responder en los próximos capítulos.
En los capítulos siguientes, desglosaremos la doctrina peronista y exploraremos cómo pueden ser aplicadas a un contexto empresarial. Analizaremos casos prácticos, historias de éxito y desafíos enfrentados por emprendedores que han utilizado estos principios para guiar sus empresas y proyectos. Al final, el lector tendrá una comprensión más clara de cómo el peronismo y sus principios pueden influir, inspirar y guiar a aquellos que buscan hacer un cambio positivo en el mundo a través de sus empresas y emprendimientos.
El emprendedurismo y la doctrina peronista, lejos de ser conceptos mutuamente excluyentes, pueden converger de formas sorprendentes y poderosas. A través de la integración de estos principios, los emprendedores pueden construir empresas más equitativas, sostenibles y centradas en el bienestar humano. Porque, después de todo, el núcleo del peronismo es la búsqueda de una sociedad justa, libre e independiente, y eso es precisamente lo que todo emprendedor debería aspirar a crear con su trabajo y pasión.